Och så var korrekturläsningen klar….

 

kapitlet till boken som ges ut i Mexiko är på plats

Suecia. A principios de los años 80. Yo era un trabajador social recién egresado y buscando empleo.  ¡En una entrevista de trabajo el presidente de la Junta de Bienestar Social me  dijo –” Las putas y los pobres deben ser controlados!” Elegí no empezar a trabajar allí.

Durante una pasantía de trabajo conocí a un colega que se sentó en un banco fuera de la tienda de venta de alcohol local y revisaba si algunos de sus clientes, especialmente las madres solteras, compraban licor. Si lo hacían, él las seguía y ponía un mensaje en el buzón de la casa de ellas:

Usted es observado por la Junta de Bienestar Infantil!”

En 1982, Suecia intentó reformar los servicios sociales. Nueva ley. Interacción. Diálogo con aquellos que necesitaban apoyo del estado. Se intentaron reformar la reunión con gente que viven en pobreza y las vulnerables. Pero el control seguía. Y aún más hoy en día: los gritos gubernamentales y públicos son muy claros:

prohibir la mendicidad! (pero no la pobreza). ¡Encierren a los jóvenes criminales! (pero reducir el presupuesto de prevención; centros de ocio, bibliotecas, trabajadores sociales en las calles). En el debate general de muchos países la opinión sobre los pobres y los vulnerables es la misma que hace 50 años:” Son un problema”.

No es que tengan un problema.

México. A principios de los 90. Yo era un trabajador social sueco en exportación. Me dijeron; –“Que viajes allá para enseñar trabajo social!”  Encontré el mismo espíritu. La misma opinión sobre los pobres. En todos aquellos que viven fuera de lo “normal”: ¡Enciérrenlos! ¡Despejen las calles!

Allí, como en Suecia, los pobres eran un problema puramente estético para aquellos que no querían ver nada más que hermosas fachadas y calles limpias.

Pero había alternativas.  Y yo pronto entendí que debía ser un alumno y no un maestro. Aprendí, así, algo que me ha acompañado desde entonces.

Tengo en mis manos un manual de 1992. Un manual que llevo conmigo desde hace casi 30 años. A Suecia. Etiopía. Kenia. Sudán. Perú. Y ahora Bélgica donde trabajo actualmente. Está roto el manual por el uso frecuente y el tiempo, pero el contenido es tan valioso ahora como lo era entonces.

Miro las páginas de nuevo un poco. Recuerdo el encuentro con Libertad Hernández Landa y Luis Gabarrón. Recuerdo imborrable y es aún más nostálgico cuando encuentro un texto escrito con la pluma de Libertad.

¡Descansa en paz Libertad!

Te recordamos con cariño y admiración por tu trabajo en pro de los derechos humanos de la infancia y la mujer.  Libertad dejaste huella memorable en todos los que tuvimos la fortuna de conocerte.

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Foto en La Antigua Guatemala, año de 1992. De izquierda a derecha: Luis Gabarrón tomando un cafe de olla, luego está Libertad Hernández Landa y una joven maya Educadora Popular trabajando con niños indígenas víctimas de la guerra y la pobreza. Programa financiado por Rädda Barnen de Suecia y coordinado por su operador sueco Hans Lind y el entonces Director Regional de la Agencia Ulf Hultberg.

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Foto en Minatitlán, Veracruz. México. Año de 1991.  A la izquierda María Dahl de Rädda Barnen de Suecia, Luis Gabarrón de camisa negra, después y al fondo Hans Lind Trabajador Social de Rädda Barnen y enseguida Libertad Hernández Landa sonriendo como siempre. Los demás son parte del programa para la atención de niños de la calle en Minatitlán y Coatzacoalcos, Veracruz. Financiado por la Agencia Sueca para el Desarrollo y el UNICEF Regional.

Libertad y su contagiosa alegría le daban vida a los talleres y a los grupos comunitarios; recuerdo algunas de sus recomendaciones y ejercicios.  Diálogo. Comprensión. Examinar la situación junto con la gente de que se trata. Son los expertos de su propia realidad. Yo no puedo entender toda su realidad. Puedo ofrecer alternativas, pero no soy yo quien va a vivir en esa alternativa.; Son ellos quienes son los expertos. Expertos en sus propias vidas. Llevo eso siempre conmigo.

Recuerdo un ejercicio en un taller de metodología participativa; Libertad y Luis nos dividieron en dos grupos. 6 en cada uno. Tenemos 2 hojas de papel cada grupo, con las instrucciones; “Un documento ilustra a una comunidad local. ¡Todos ustedes deben ser alojados en él y sin tocar el suelo!”.

Ambos grupos comenzaron a aferrarse elásticamente el uno al otro – agarrándose unos a otros – sosteniendo el uno al otro, tratando de caber en el segundo papel, el papel que no simbolizaba nada. Pero, por supuesto, nos caímos y nos reímos mucho.

Libertad explicaba las conclusiones del ejercicio. “Ninguno de ustedes eligió experimentar dentro del papel que simboliza a la comunidad local. Eligieron probar y experimentar en forma de laboratorio. Evitaron probar junto con la gente con la que van a trabajar.”

Respeto por la gente con la que trabajas. Habla con ellos. No sobre ellos.

Luis y Libertad trabajaron con niños de la calle. Los niños más excluidos. Los niños que causaron miedo en la sociedad. Pero incluso estos niños habían vivido alguna vez dentro de una familia. Una familia que finalmente había expulsado a los niños.  Alguna vez habían ido a la escuela. Una escuela que muchas veces ha alienado a los niños y finalmente también los ha expulsado.

Habían sido parte de un barrio. Un barrio que no quería volver a ver a los niños.

Los niños de la calle nunca pueden ser rehabilitados estando encerrados en instituciones. Es un conocimiento que es propiedad pública pero que aún no se aplica en los programas públicos. Demasiados niños siguen atrapados en las instituciones, ahora les llaman “menores en conflicto con la ley”. Se ven ahora calles más limpias. Adultos un poco más tranquilos pues como dice un viejo dicho mexicano: “ojos que no ven, corazón que no siente”.

Pero Luis y Libertad vieron otra cosa. Tenemos que trabajar con los niños que terminaron en la calle – tratar de hacerlos confiar en los adultos, recuperar la credibilidad perdida por tanto maltrato adulto. Reunirlos con los adultos para buscar alternativas.  Opciones que son alternativas reales para los niños.

Pero también tenemos que trabajar con aquellos que repelen a los niños. Con la escuela que quieren expulsar a los estudiantes que no estudien. Una escuela que quiere castigar a los estudiantes que duermen en el salón de clases (porque no se pudieron dormir por la noche). Disciplina a los jóvenes que no pueden concentrarse (porque no han comido ni cena ni el desayuno). Debemos trabajar con la comunidad local – diálogo con ellos sobre cómo podemos evitar alienar a los niños de la comunidad. Cómo podemos apoyar a las familias donde los niños lo están pasando mal.

Más trabajadores sociales en la calle. Reunirse con la gente donde está. No llamarlos a una reunión en un ambiente irreal en una sala de reunión en el edificio municipal. Permitir y favorecer que la gente con quienes trabajamos sean exactamente lo que son; expertos en su propia existencia. Los trabajadores sociales somos simplemente Facilitadores de ese mismo proceso participativo. Se dice fácil, pero requiere gran entrega personal y compromiso ético hacia la infancia, en especial hacia la infancia en situaciones de vida críticas. La sociedad que no cuida a su infancia arriesga su propio futuro.

GRACIAS Luis y Libertad por todo lo que han enseñado para tantos y con tantos. Estoy agradecido de haber sido uno de ellos.

Hans Lind.

Bélgica. Enero de 2020.

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